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El Deporte Profesional es Privado

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De acuerdo con la Ley 1445 del 2011, en Colombia las organizaciones con deportistas profesionales, clubes, como solemos llamarlos; se conforman como corporaciones o asociaciones deportivas, o sociedades anónimas. Pero todas son de carácter privado.

Entonces, en ¿qué estriba la diferencia? Sencillo. Las dos primeras son ‘sin ánimo de lucro’ y están integradas por ‘socios o asociados’, quienes establecen un fondo social, mediante aportes económicos representados en salarios mínimos legales mensuales vigentes.

Las sociedades anónimas las conforman ‘accionistas’, que, al momento de constituirlas, invierten un capital suscrito y pagado, el cual es convertido en acciones. Aquí, las utilidades producidas, sí se pueden repartir, porque son organizaciones con ‘ánimo de lucro’.

En el fútbol, excepto la Corporación Social y Cultural de Pereira (Corpereira), la Asociación Deportivo Cali y la Corporación Club Deportivo Tuluá; los demás 33 clubes está conformados como sociedades anónimas. Llaneros Fútbol Club, es uno de ellos.

Con o sin ánimo de lucro, tienen que manejarse con criterios y principios administrativos, aplicables al sector privado. Pues, aunque llegara a existir recursos oficiales y la participación de entidades estatales, bien sea en calidad de socios o asociados, o de accionistas; jamás serán organizaciones deportivas ‘públicas’.

Es determinante que se diferencie, patrocinio gubernamental, de propiedad, dirección o manejo del equipo. ‘Cada cosa en su lugar, y un lugar para cada cosa’, se expresa con acierto. Indistinto de cuáles sean los montos económicos invertidos, como auspiciadores publicitarios, privados y entidades oficiales, significan en la práctica, lo mismo.

La afinidad o el gusto de gobernantes por el fútbol, su cercanía con dirigentes de equipos, o el interés de desarrollarlo a nivel profesional; ha cobijado, impulsado y acompañado a estos, en diferentes lugares del país. Algunos alcanzaron logros sobresalientes, al conseguir el anhelado ascenso a la máxima división del rentado profesional.

Bienvenido el respaldo de los gobiernos para la promoción y el fortalecimiento del deporte profesional, porque, sus efectos, nunca suficientemente dimensionados, repercuten de manera positiva en beneficio de una ciudad, un departamento y una región. Tan importante es la inversión publicitaria en dinero, como el ‘espaldarazo’ institucional, que se brinde.

El profesionalismo deportivo dinamiza la economía, produce íconos generadores de sentido de pertenencia, proyecta la imagen turística, incide para bien en la salud mental de un conglomerado y lleva a mejorar la infraestructura deportiva, vial, hotelera y de sistemas de comunicaciones.

Como también, a que surjan referentes del deporte para generaciones que se están levantando, entre muchos beneficios. En fin, produce enorme progreso que favorece a la sociedad en conjunto; así no se crea o entienda, en regiones cortas de mentalidad y de aspiraciones, como la nuestra.

Las organizaciones deportivas profesionales, y, por supuesto, también las aficionadas, deben ser autónomas, y estar siempre enfocadas al logro de sus metas empresariales. Como tal, es preciso asimilarlas por dirigentes o inversionistas, patrocinadores, aficionados y periodistas. Es la única forma de que haya presente y futuro, hoy y mañana.

Casos de equipos del fútbol colombiano que subieron a la velocidad de las naves espaciales, soportados y empujados por gobernantes o entidades de gobierno, hay más de uno. Un refrán llanero dice que: ‘hasta donde llovió hubo barro’. La exclusiva o notoria dependencia del sponsor oficial, del momento, posee tanto de conveniente como de desfavorable.

Conveniente, porque mientras el gobierno es afín al club, el colchón financiero es cómodo y la tranquilidad, si no es absoluta, sí por lo menos impide que al directivo lo desvele y atormente al extremo, el tema de la plata, que es el combustible que mueve al mundo.

Y no favorable, porque los gobiernos son transitorios, llegan y se van. Sus periodos comienzan, teniendo fecha de vencimiento. Nadie garantiza que la próxima administración pública, continúe patrocinando y apoyando al equipo. Ahí es donde viene la debacle, la hecatombe.

Más que conocida es la situación de equipos de fútbol que dependieron en buena medida, si no exclusivamente, del respaldo de alcaldías y gobernaciones, con las que, incluso, se les llegó a asociar como sus apéndices; que después, a raíz de circunstancias político-administrativas distintas, se vieron marginados, rechazados, empobrecidos y sumidos en situaciones calamitosas.

Este, es uno de principales causantes de clubes andariegos de la Primera B, que cambian de sede, nombre y color de uniforme, con una naturalidad sorprendente. Un día están aquí, y al otro, en cualquier parte. Como los circos, van de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Levantar la carpa, es cuestión de encontrar un gobernante que ofrezca un patrocinio atractivo, o uno que salve la participación en el siguiente campeonato.

Si los dueños de los clubes profesionales de fútbol en realidad quieren que los mismos, echen raíces en una plaza, produzcan impacto social, unifiquen, sean reconocidos y queridos, que sumen miles de aficionados y prevalezcan en el tiempo; deben comprender que estos deben lucir y ser, como lo que son, empresas privadas, independientes. ‘La mujer del César, no solo tiene que serlo, sino parecerlo’, sentenció hace dos milenios el emperador romano Julio César.

Instituciones basadas en fundamentos y principios filosóficos, que cumplan la misión y vayan en pos de alcanzar la visión; con carácter comercial, estratégicas, destinadas a solidificarse como ‘bienes o patrimonios locales que identifican y aglutinan’, fortalecidas económica y estructuralmente, y proyectadas a conseguir su objetivo primordial, presentar un buen espectáculo en la cancha y conseguir éxitos que enamoren a los hinchas (su ‘activo’ más valioso).

No sobra repetir, que, para los equipos, tan significativo es el patrocinio de la entidad gubernamental, como el de los sponsors privados. En últimas, se trata de negocios, de sumar, producir y multiplicar el dinero. No se invierte para arrastrar deudas, ni vivir sobreaguando. Por ello, planear adecuadamente para saber dónde y por qué se hace empresa deportiva, es obligatorio.

Por el bien de la organización, y de todos en general, es pertinente que los clubes sean orientados como propiedades particulares que mantienen distancia y basan sus ingresos en patrocinios, venta de botería, camisetas y souvenirs, entradas por derechos televisivos y la transferencia de jugadores, como algunas de sus fuentes principales de ingresos económicos, aunque, desde luego, puede haber más, si se tiene claro la puesta en práctica, de los conceptos que orientan el mercadeo deportivo.

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