La periodista de Noticias Caracol habló con este diario sobre el reciente escándalo de “carpetas secretas” en inteligencia militar que revelan seguimientos informáticos a comunicadores entre los que aparece ella.
Más de 130 “carpetas secretas” con información detallada y privada de periodistas, políticos de oposición y de Gobierno, sindicalistas y defensores de derechos humanos. Ese es el parte del nuevo escándalo que rodea al Ejército y por el que salieron de la institución 11 oficiales y un brigadier general pidió la baja. Una de las comunicadoras perfiladas en esos expedientes, según la revista Semana, es María Alejandra Villamizar, de Noticias Caracol, quien tiene una carrera de 25 años en varios medios de comunicación y ha trabajado con los gobiernos de Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos.
En diálogo con El Espectador, Villamizar habló sobre el caso, sobre las implicaciones que tiene este escándalo y las oportunidades que abre para repensarse la misionalidad de las Fuerz.
¿Cómo se enteró que había sido perfilada por inteligencia del Ejército?
Me enteré porque la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) me contactó como a finales de febrero y me contó del caso. Tenían información de que estaba sucediendo este perfilamiento y la carpeta que ya habían visto físicamente era la mía. En ese momento me sorprendió la noticia pero pensé: «bueno, pues, otra vez estamos en esto». Es que es una especie de confirmación porque en algún momento uno lo sospecha…
¿Por qué lo sospechaba?
No, lo digo en general. Es una sensación de que el ambiente está turbio, que el debate político está contaminado y, si uno está metido ahí tocando temas delicados… Por ejemplo, justo cuando me avisaron yo estaba al aire en Caracol Televisión con un especial sobre el Acuerdo de Paz, que se llamaba La Paz: lo firmado y lo cumplido. No tiene relación, porque los seguimientos son del 2019, pero uno lo que piensa es: «justo hoy publiqué esto».
Uno empieza a relacionar una cosa con la otra, no porque el seguimiento esté relacionado con ese tema en particular, sino porque confirmé que por estar metida en esos temas soy susceptible, como han sido otros periodistas toda la vida, de este tipo de deformaciones del trabajo de inteligencia militar. Deformaciones que, además, parten de una doctrina vieja, de unos supuestos viejos, de unas estigmatizaciones viejas, de unos prejuicios viejos: la creencia de que la lucha contra los objetivos criminales la hacen también descalificando el trabajo periodístico. Ahora, quiero aclarar que no es que estuviera sintiendo los seguimientos, ni nada de eso.
¿Qué de su trabajo cree que hizo que inteligencia militar la volviera un objetivo?
Yo no voy a especular, porque yo no me voy a autoseñalar de sospechosa de nada. Mi trabajo periodístico ha sido público, mi recorrido y mi experiencia es conocida por los periodistas y la gente del medio y lo he hecho sin afanes de protagonismo. He trabajado en el Estado siempre en asuntos de paz y no lo estaría en ningún otro cargo de ninguna naturaleza. Era lo que me interesaba y eso me dio un relacionamiento natural con este mundo de la paz y la guerra, desde el punto de vista profesional. Pero yo de ninguna manera voy a decir que había una razón para investigarme, ni más faltaba.
En su caso, la revista Semana, asegura que el general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares, ordenó trasladar documento de su carpeta a la justicia penal militar y no a la Fiscalía. Se trataba, al parecer, de la orden de un superior de inteligencia de perfilarla a usted, ¿qué sabe de esto?
Esa es una pregunta que no han podido contestar los militares. Ricardo Ospina, director informativo de Blu Radio, le preguntó por el tema al general Navarro, pero él lo negó y dijo que él nunca había ordenado enviar esa prueba a la justicia penal militar. Afirmó, muy contundentemente que todo estaba en la Fiscalía, que cuando la Inspección del Ejército terminara la investigación remitirían toda la información a la Fiscalía. La información que yo tengo hasta hoy es que en la Fiscalía no hay abierta investigación alguna, con lo cual no sabe uno a cuál versión creerle. Aún así, la existencia de ese documento llama la atención porque, tengo entendido, esa es por ahora la única orden de servicio que se sabe que existe y es palpable. Ojalá revelaran esa orden para saber quién la hizo, en qué momento y motivada en qué. Esas son las preguntas que estamos haciendo.
¿Ha pensado emprender alguna acción legal?
Yo quiero seguir la línea de la Flip. Por eso la carta abierta con las preguntas al Gobierno la firmamos todos. Yo, por mi cuenta, le envié una petición de información al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo. Los seguimientos se conocieron el viernes en la tarde y el sábado por la mañana ya el ministro tenía en sus correos oficial y personal una solicitud de información con varios puntos. Primero, que me informe qué contienen mis carpetas; segundo, que me tienen que entregar esa información; tercero que borren cualquier registro de inteligencia relacionado conmigo que no haga parta de ninguna investigación formal; que me expliquen las razones por las cuales se hizo ése seguimiento y quiénes tuvieron acceso a esa carpeta; y si entre los que vieron esa carpeta hubo algún civil, entre otras cosas.
Espero la respuesta del ministro y yo, por ahora, no quiero emprender una acción penal personalmente. No la descarto, pero por el momento quiero seguir a la Flip, porque en este caso es mi nombre, pero ha habido muchos más periodistas en el pasado. Siento que cuando uno sale mencionado asume una cierta responsabilidad por todos, pero yo no tengo ningún afán de protagonismo personal con todo esto, pero a la vez siento que puedo ejercer una voz para que sea algo colectivo y con más fuerza.
¿Alguien del Gobierno o de alguna autoridad judicial se ha puesto en contacto con usted?
Oficialmente, no. De la Procuraduría me aseguraron que se encargarán disciplinariamente del caso y acaba de llamarme el presidente, Iván Duque, y me reiteró lo que ha dicho públicamente: que va a llegar al fondo de esto.
Usted lo ha dicho: este no es el primer caso de persecución a periodistas y sectores de oposición desde inteligencia, ¿qué hay que cambiar para que estas cosas dejen de pasar?
Siempre que se encuentra un lunar en la actuación de las Fuerzas Militares, como los que hemos tenido en todos estos años de guerra, es como si se podara un árbol. Vienen los comandantes de turno, sacan oficiales de servicio y aseguran haber podado de tajo las ramas podridas. El árbol vuelve a quedar bonito y todos los colombianos lo apoyamos de nuevo. Pero los colombianos ya les han dado muchas oportunidades a las Fuerzas Militares, cada vez que han hecho una poda así. Pero el problema es que podan el árbol y nunca llenan a la raíz.
Aquí hay que hablar de responsabilidades políticas porque el Ejército no se manda solo. El Ejército es una fuerza con unas funciones constitucionales al servicio de un estado democrático encabezado, en nuestro sistema, por el presidente. Entonces aquí hay que cortar de raíz todo esto. Y esa raíz es muy profunda: viene un rezago muy grande de la estigmatización de la oposición y de pensar que la prensa es corresponsable de los fenómenos de la violencia. Es justamente ahí donde yo creo que hay una oportunidad de modernizar la institución, pero no modernizarla comprando más aviones o mejores balas.
La modernización real es cambiar la razón de ser de unas fuerzas armadas que tienen por misión defender la soberanía de las instituciones democráticas. Colombia tiene una lista tan grande de criminales que tiene que tener fuerzas especializadas es en eso y escándalos como este echan por la borda años de intentos de modernización de la democracia. Es algo muy profundo y que va más allá de las declaraciones, de las investigaciones y de las «manzanas podridas» y los casos aislados porque. Además, si esto lo hicieron unas «manzanas podridas» y nadie del Estado les dio la orden: ¿para quiénes lo hicieron?
¿Qué más falta por esclarecer?
Semana menciona que un teniente Rozo le pagaba a un supuesto periodista con problemas con la justicia por publicar información para desprestigiar a quienes aparecemos en los perfilamientos. Ahí todavía hay cabos sueltos y quedan muchas preguntas.
Fuente: El Espectador